Sandra Arcos Reyes Periodista ,madre de dos, hija, hermana, en constante des-aprendizaje.
Las hormonas. Iniciar el tratamiento de reemplazo hormonal (TRH) fue el siguiente gran paso para la transición de mi hijo, luego de cambiar su nombre. Había leído muchos testimonios de algunos hombres trans que usaron la testosterona y para casi todos, los cambios habían sido los esperados, reducción de las caderas, espaldas anchas y por, sobre todo, la voz, ese ras
go que para muchos significaba un cambio vital. Mi hijo estaba en ese caso.
En algún lugar o video se enteró de que la sandía le ayudaba a tener una voz más grave –ni idea de qué sustentaba esto-, hacía ejercicios de vocalización y trataba de modularla, pero era inevitable que cuando decía alguna palabra le decían otra vez “señorita”.
Aceptar que mi hijo tuviera en su cuerpo sustancias nuevas para que pudiera tener los cambios físicos que requería para ser visto como “hombre”, no fue fácil. Al investigar sobre los efectos que tienen las hormonas en las personas trans, las dudas fueron: ¿sería para siempre? ¿nunca dejará de inyectarse? ¿qué pasará con sus órganos? ¿habrá daños o efectos secundarios irreversibles?
La otra posibilidad es que esta sociedad diera un giro de 180 grados y aceptara sin cuestionar la identidad de una persona sin definirla como hombre y mujer a partir de sus rasgos físicos. Eso no va a pasar, al menos no en un futuro inmediato. No dejo de ilusionarme de que algún día sea realidad.
En fin, como esa opción estaba totalmente descartada, tomamos este camino. La Clínica Condesa inició su actividad hace 20 años para dar atención a las personas infectadas por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), de bajos recursos y sin seguridad social.
Pero como mencioné anteriormente, solo era accesible para mayores de 18 años. Siempre aparecen los 18 años como un símbolo del inicio o el fin de todo, como si se acabara una escena y empezara otra completamente nueva y diferente. Quienes tenemos hijes mayores de 18 años sabemos que ningún cambio altamente significativo ocurre de la noche en que se acuestan con 17 años y 11 meses y se despiertan al día siguiente con 18 años.
Legalmente sí hay necesidad de hacer cambios y en el caso de los adolescentes trans, uno o dos años puede significar la vida misma poder iniciar su tratamiento de TRH a la edad en que consideren conveniente.
En la Clínica Condesa, ubicada en la colonia del mismo nombre, no atienden a menores de 18 años, al menos así de tajante fue la respuesta. Un par de meses después, Nathan, el coordinador de Jauría Trans nos recomendó ir a la sucursal de Iztapalapa.
Fuimos a esta Clínica, a poco más de una hora de camino en automóvil desde casa, y fue aquí donde nos atendieron sin ningún reparo. Bueno, casi ninguno.
Ya le habían recomendado a mi hijo que exagerara un poco acerca de aquello que se considera “masculino”, en su ropa, ademanes, expresiones, gustos, sobre todo durante la cita en salud mental pues ahí “determinarían” si era o no apto para recibir el tratamiento de reemplazo hormonal.
Mi hijo señala que hubo muchas preguntas acerca de su infancia y en relación con la familia. El dictamen resultó favorable para seguir con los trámites de rutina: ultrasonido, exámenes de sangre, reunión personal de trabajo social, sexología y finalmente con el endocrinólogo de la clínica.
En trabajo social participamos su papá, mi hijo y yo. El trato siempre fue amable, respetuoso, nunca una duda que indicara ¿están seguros de que están haciendo lo correcto? Pienso que la sensibilización y capacitación del personal es parte de este resultado, pero también la determinación y firmeza con la que nos presentamos para decir: mi hijo requiere la atención de esta clínica.
Una de las preguntas fue acerca del servicio de salud con que contaba mi hijo; al ser estudiante del sistema público de educación pues era derechohabiente del IMSS. Entonces, el siguiente paso fue hacer el trámite en la clínica correspondiente del IMSS para tener una negativa por escrito de esta institución en la que no puede otorgarle el tratamiento de TRH.
Afortunadamente ese trámite podía esperar. Ese primer día en la clínica nos pidieron pasar a una pequeña oficina donde y en la puerta decía: Derechos Humanos.
Ahí, nos explicaron que mi hijo tenía derecho al TRH si, por ser menor de edad, estaba acompañado por algún tutor; nos dijeron que en caso de algún caso de discriminación o falta de atención en la clínica, podíamos recurrir a ellos. La verdad, esa primera visita fue muy profesional en todos los sentidos, desde la entrada a la clínica, en recepción, en las áreas y el laboratorio.
Para la siguiente cita, finalmente llegamos con el endocrinólogo, quien ya tendría los resultados de los análisis clínicos y ahora sí, nos explicaría qué tratamiento seguir.
Luego de revisar los exámenes, cuyos resultados arrojaban un diagnóstico de muy saludable, el médico nos habló de la Escala de Tanner.
La escala de Tanner describe los cambios físicos que se observan en genitales, pecho y vello púbico, a lo largo de la pubertad en ambos sexos. Esta escala, que está aceptada internacionalmente, clasifica y divide el continuo de cambios puberales en 5 etapas sucesivas que van de niño a adulto. Luego de la revisión física, determinó que mi hijo era candidato a iniciar el TRH y le recetó las primeras dosis de testosterona de acuerdo con su peso y talla. Le comentó que uno de los primeros cambios sería su voz, lo que le puso muy feliz.
Además, dijo, aumentaría su apetito, le recomendó llevar una dieta saludable, pocas grasas, de preferencia nada de bebidas alcohólicas y ejercitarse porque eso potencia el efecto de la testosterona y reduciría cadera, senos y ensanchar la espalda. Le comento que también habría un aumento de la libido, que preferentemente se inyectara por la mañana y por supuesto, el acné sería más intenso.
Y con estas recomendaciones fuimos a la farmacia por las seis primeras dosis y el 24 de mayo de 2019 se inyectó por primera vez.
En las sesiones de Jauría Trans, Xantall Nuilah recomienda a las personas que llevan tratamiento de TRH llevar un diario para anotar todas las reacciones que tuvieran durante el mes, ya sea a partir de la inyección y sobre todo una semana antes de la misma, para saber cómo es que su cuerpo manifiesta la “subida y bajada” de la hormona.
Mientras todo esto pasaba, nosotros seguíamos en la Red de Familias Trans, donde me siento aceptada, comprendida y valorada en muchos sentidos que no tenía antes. Creo que salir de la zona de confort en que me encontraba antes de agosto de 2017 y llegar a donde estoy ahora, es decir compartiendo estos pensamientos y vivencias no lo hubiera logrado sin una red de apoyo como la que me ofrecieron desde diversos espacios.
Primero en Cuenta Conmigo, luego en Jauría Trans, más tarde la Red de Familias Trans, el taller Súmatte, y de manera más reciente, el Círculo de Familias Trans y ahora Trans Acompañamiento.
Éste último espacio se ha convertido, en tiempos de pandemia, en una especie de paragüas protector de todas las mamás, tías y abuelas que nos reunimos cada semana para escucharnos mutuamente, resolver dudas hasta donde nuestra experiencia lo permite y lo más importante, saber que hay otras mamás que tuvieron los mismos miedos y dudas, pero sí hay salida, sí hay una posibilidad de demostrar ese amor que pregonamos: creamos en nuestros hijes, aceptemos y apoyemos, actuemos en consecuencia y a pesar de quien sea para que puedan ser.
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