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Foto del escritorJudith Flores

Calaveritas de azúcar de colores

Estaba la catrina sentada en la alameda del centro de la Ciudad de México

Miró a su derecha y vio el Hemiciclo a Juárez,

Miró a su izquierda y vio el Palacio de Bellas Artes

Lamentó que no había una persona para llevársela al camposanto de una vez

Caray, caray, dijo la catrina, sonando los huesos de sus manos impacientes…

“!Ya sé dónde voy a ir!”, dijo entusiasta la huesuda y luego explicó

Voy a visitar a las Musas porque me dijeron que ahí hay 113 mujeres

Las hay artistas, abogadas, jubiladas, chuladas y una que otra adormilada

Lástima que me avisaron tarde que cumplieron 25 años

No pude ir a la fiesta donde Pol pone música hasta la madrugada

Y donde todas las chicas sacuden el cuerpecito y hablan de sus quereres

Seguramente estuvo bueno el bailongo, porque muchas mujeres han conocido en esos años

Mucho habrá acontecido desde que las Paulinas y Magallis pasaron más de una Medianoche en Babilonia

Para juntar a sus amigochas de corazón arcoíris como ellas y no sólo de su colonia.

Después de visitar a las Musas me voy al Taller de escritura

A ver si en un descuido me llevo a Norma, Mayra, Liliana, Lupita o Judith

Me dicen que los jueves leen lo que en la semana se les ocurra

Puede ser una cuartilla, un párrafo o una línea, lo importante es que compartan su locura

Así pues, la huesuda se levantó para irse a la plaza de la computación para conseguir un teléfono

Voy de rápido y me salgo, dijo, no vaya a ser que llevarse mis huesitos a un ladrón se le ocurra

Ya teniendo su Samsung a WhatsApp se inscribió y amistad fraterna a Pol le solicitó

Cuando Pol vio el mensaje dijo: “No conozco a esta chica” y de inmediato lo borró como de que no

La huesuda sorprendida se quedó y tan pensativa iba que no vio del pavimento la abertura

Así entonces, al inframundo regresó antes que cumpliera la misión que se le solicitó

Y las Musas pudieron seguir su festejo hasta que sus huesitos dijeron: ”!Ya no!”.


Escribir una calaverita. Esa instrucción la vi desde siempre para esta época de difuntos, recuerdo que en la primaria los maestros nos leían calaveritas que ellos hacían y luego nos ponían a escribir alguna. Había concursos y el premio era algún dulce de regalo. Yo no participaba me hacía la loca, que se me daba muy bien, y no escribía nada. Y no es que no quisiera, era que nunca pude hacer una, mi imaginación no daba para hacer rimas y tal vez por eso cuando leía poesía muy elaborada mi cerebro vibraba en otro tono y no le entendía.

Tendrían que pasar muchos años para tomarle gusto a la poesía, pero ese es otro tema, recuerdo que en mis años laborales era el mismo cuento que cuando estaba en la escuela, hacer una calaverita y dedicarla al jefe o hacer intercambio de textos y concursar. La historia se repitió y el resultado siempre fue el mismo: nunca participaba.


Me gustan las tradiciones mexicanas. A mi parecer ésta del 1 y2 de noviembre es la más importante. Los mexicanos somos muy dados a recordar a nuestros muertos, que pudieron ser los más desgraciados, pero ya que mueren son los más amados, extrañados, las personas con los mejores sentimientos y virtudes, entonces los celebramos con comidas fiestas y altares.


Me gustan mucho las ofrendas tan coloridas, ver los retratos de las personas que son recordadas. Según la región, los familiares de los difuntos pasan toda la noche en el cementerio, comen y cantan al lado o sobre las lápidas para celebrar su visita y después despedirlos al amanecer. Todo sucede mientras alrededor hay muchas flores de cempasúchil que parece fueron creadas especialmente para celebrar la época.


Me acuerdo que una de las veces que me pidieron elaborar una, ya no estaba ni en la escuela ni en el trabajo, éramos un grupo de mujeres encantadas por las letras, que nos gustaba compartir lo que escribíamos de acuerdo con algún tema elegido al azar.

Yo me topé con el mismo problema y mi solución fue la misma: no participé. Hice acto de presencia, pero no leí nada, sólo hice algunos comentarios y relaté algunas experiencias. Ahora recuerdo ese momento y si hubiera sabido lo que sé ahora, sí hubiera escrito algo, así que ahora lo haré, aunque ya no me lean:


Llego Normita, al panteón rodeada de flores, familia y amistades

Ella no iba sola, la acompañaba la huesuda, ambas reían y esta le decía: “¿Ya ves cómo dar este paso no era tan difícil?”. Y Normita sonreía.

Le gustaba ver a sus seres queridos abrazándose unos a otros, siempre unidos. Así los dejaría.

Sus amigas de Musas y Merak estaban algunas presentes y otras por Whatsapp recordando y lamentado su partida.

Ahí estaba Judith, diciendo: “Qué caray, qué caray, sí, sí, ufff muy bien, muy bien… pues se nos fue Normita, qué caray, qué caray”. Y sugiriendo a Pol: “Recordemos a Normita en la próxima reunión”.

Pol le decía Olivia: “Prepárate algo con Lupita, tal vez una buena calaverita para recordar a Normita”.

Idalia desde Tequis manda un wathsapp: “Chicas pónganle unas flores que yo no podré asistir, no vaya siendo que a la huesuda se le ocurra venir”.

Mayra, no lloraba. La mistress con flogger en mano se lamentaba: “¿Con quién me voy a tomar ese café cubano mezclado con mexicano? Se me hace que pediré que ese mismo se prepare el día que ya no me pare.

Carmen, no sabía si reír o llorar y mejor cantó: “ Ay de mi llorona, llorona…”.

Sol estaba bajo la lluvia se sentía muy triste y sacó a sus marionetas, con ellas platicó para no pensar en tan triste momento.

Liliana le contaba a Ximena: “Yo leí una historia como ésta, pero no recuerdo bien cómo era la historia, sólo recuerdo el nombre de la escritora”. Aunque para historia cualquiera podría haber sido, al final, a toda la calaca se los cargaba.

Cuando el funeral terminó, la huesuda a Normita le dijo, espérame tantito que tengo que hacer unas visitas, hay unos grupitos que no conocía y ahorita me los has presentado, voy a visitar a Musas y Merak, a ver que me puedo de ahí mercar.

Después de ese día, ya no he estado sola, pues varias amigas, conmigo comparten este espacio infinito que antes llamaba: el más allá.

Oct 29 2020.




CALAVERITA PARA LAS MUSAS

Este veinte veinte ella estuvo más ocupada.

Aunque a nuestra Catrina para leer tiempo le daba.

En casa de una musa La Huesuda se instruyó.

La heterosexualidad obligatoria estudió.

No me las llevo hermanas pero inviten a reunión.

Mi existencia lesbiana no callaré nunca jamás.

Cuídense mis muy queridas nos dijo a todas muy locuaz

que en esta pandemia amarnos es urgente


y protegernos pertinaz.


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